martes, 1 de diciembre de 2020

Carta IV. A pesar del miedo a perderte, permaneceré quieta. Parte I.

 

Querido psicópata,

Lo has vuelto a hacer. Has aparecido con tus migajas de amor invitándome a esa cena que prometías inminente y que has pospuesto durante meses. Después de días de silencio, alejamiento, desapariciones y meses de desatenciones, de pronto, ¡tienes ganas de verme! Así, sin más.

Esta vez ni me alegro ni me ilusiono. No me fío. Sé que forma parte de ese refuerzo intermitente que ahora toca. Necesitas poner a prueba tu poder sobre mí. Y tienes incluso la desfachatez de hacerlo sin esforzarte. Un mensaje y quedas a la espera de mi rendición. Después silencio.

Esta vez no hay lovebombing. No estás dispuesto ni al más mínimo derroche de energía. Ni siquiera merezco eso. Humillarme una vez más es lo que persigues. Traicionarme de nuevo, también. Estás convencido de que correré a tus brazos sedienta de atención porque eso es lo que me has negado durante estos últimos meses. Deduces mi actual estado de abstinencia. Sabes que necesito un chute…, y vienes para dármelo y con ello seguir arruinándome la vida.

Lo he pasado mal, lo reconozco, pero gracias a tu reciente ausencia he recuperado un mínimo de energía, suficiente como para querer ser yo misma quien se ponga a prueba. Quiero darle una oportunidad a mi maltratado amor propio y por eso he decidido no acudir a esa cita. Renunciar al que durante meses fue mi sueño y al que, gracias a él, tú has disfrutado torturándome. 

Estoy confusa. No lo niego. La abstinencia me turba. Correría hacia tí pero sé que después sería aún peor, cuando de nuevo te vayas. Ambos sabemos que lo harás para volver cuando tú lo necesites, pero ahora no es el momento de quedarte. No te temblará el pulso para dejarme tirada, necesitada de ti. Perdida y desquiciada. Porque lo que yo sienta, a ti no te importa. Porque yo no te importo. Solo te importas tú.

Estoy insegura. No lo niego. No sé si seré capaz de renunciar a ti. Dudo constantemente. Es mi lucha. Pero esta vez es solo mía.

Tengo miedo. Miedo de perderte. ¿Perderte? ¿Acaso te tengo?

Tengo miedo. Miedo de perderme. Si es que aún no lo he hecho. Y tengo miedo. Miedo de no encontrarme.

Y por eso lo haré. Me enfrentaré a esos miedos. Quiero recuperar mi poder y mi valor, y saber qué se siente. ¿Satisfacción? ¿Seguridad? ¿Paz?... Todo eso que ahora no tengo; que tú te has llevado… ¿Podré volver a ser la de antes, aquélla que te llevaste?. Merece la pena averiguarlo, ¿no crees?

Para comprobarlo solo tengo que NO HACER NADA. Así de fácil. Así de difícil. Estar quieta. En silencio. A la espera de que ataques o te retires. Como la presa del oso que la acecha para devorarla o abandonarla. Mantenerse quieta será lo único que la salve de las fauces de su depredador. El animal perderá el interés en su víctima y se retirará. 


¿Harás tú lo mismo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su comentario se encuentra pendiente de validación por parte del moderador. Gracias